Viajamos sencillamente porque lo necesitamos. Hay un extraño impulso interior que nos empuja, aunque la mayor parte de las veces no sepamos exactamente qué buscamos cada vez que hacemos la mochila. Tan solo viajamos y al hacerlo así nos sentimos vivos.
Queremos ver una especie, un parque nacional o una tribu perdida. Al principio acudimos al encuentro de los clásicos legendarios, como el león, el elefante, el lobo, el leopardo,..., pero con el tiempo nos sentimos cada vez más atraídos por los que entrañan mayor dificultad. Vamos dejando atrás lo fácil; nos refinamos y aspiramos a la excelencia, porque el mundo se nos queda pequeño. Es entonces cuando damos el gran salto y ponemos rumbo a destinos cada vez más inverosímiles, alejados de las rutas convencionales, siempre en busca de la especie más rara, la más difícil.
Tiene su lado bueno. Cuando nos queremos dar cuenta, nos vemos atrapados en una vorágine adictiva, que nos hace inquietos e inconformistas. Todavía no hemos regresado de un viaje y ya tenemos el siguiente en la cabeza. No hemos terminado de dar un paso, cuando las miras apuntan más lejos aún que el anterior. Así una y otra vez, mochila tras mochila y año tras año.
Pero también tiene un lado malo, que también castiga a muchas de las personas que viajan por el mundo. A veces nos dejamos llevar por una rutina que nos tapa los ojos de la cara y, peor aún, los del corazón. Si en nuestros viajes no hemos tenido la suerte de encontrar lo que buscamos, lo consideramos un fracaso, un mal viaje.
Los viajes no tienen éxito ni fracaso. Son viajes, ni más ni menos y mientras nosotros nos obsesionamos, dejamos que se nos escapen cosas que tenemos ante los ojos y que son las que de verdad merecen la pena, las que no se vuelven a vivir. El concepto de éxito o fracaso está solo en nuestra mente, como una venda que nos impide ver lo que en realidad es irrepetible.
El buen viaje no es el que nos permite tachar un objetivo de la lista. Tal vez al contrario, porque de esta manera nos abrimos a nuevas sensaciones. Viajar es una actitud ante la vida, es estar preparado para lo que nos pueda venir.
El buen viaje es aquel que una vez hemos regresado a casa, nos ha convertido en mejores personas. Si vas buscando un león y no lo encuentras, no te preocupes, ¡quién sabe a lo mejor te encuentras con un leopardo!
Sencillamente viaja, sencillamente disfruta.
jueves, 31 de marzo de 2016
¿Ha sido un buen viaje?
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Sencillamente excelente. Cada vez soy más de esos que piensan como tú:el buen viaje es aquel que una vez hemos regresado a casa, nos ha convertido en mejores personas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Gracias Antonio :-)
EliminarUn verdadero placer encontrar sitios como éste donde poder compartir pasiones.
ResponderEliminarIntuyo que encontraré excelentes propuestas de viaje por aquí, de ahora en adelante y te aseguro que no me perderé ninguna.
Gracias por compartir tus experiencias.
Un abrazo!!
Gracias a ti Aitor. Los sitios como este no los hacen buenos quienes los escriben, sino la ilusión que despiertan comentarios como este. Por eso trataremos de hacer todo lo posible para no defraudar. Mil gracias :-)
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