¿Alguna vez te has preguntado por qué las fotos de tus viajes se quedan cortas y no reflejan los momentazos naturales que has vivido? ¿O bien cuál es el equipo fotográfico adecuado para sacar mayor partido a la experiencia? Es habitual que cuando vemos las fotos a nuestro regreso, creamos que no logran captar toda la magia de los lugares donde hemos estado. Si es así, tal vez este post nos pueda ayudar a mejorar en algo, o al menos explicarnos por qué sucede.
Hoy os presentamos este nuevo capítulo, para responder a las preguntas que nos habéis mandado a través de Facebook y el correo electrónico del blog. Nos planteáis muchas dudas que os inquietan y nos pedís algunos consejos al respecto. Esperamos que con esta nueva entrega podamos aportaros algo de luz; veréis como no es un problema tan importante, sino más bien establecer unas prioridades y saber bien qué es lo que esperamos con cada viaje. Pues bien, vamos allá.
Uno de los momentos más esperados del año llega al hacer la mochila. Va más allá de un simple trámite logístico, porque simboliza dejar atrás la rutina y los problemas cotidianos, para dar paso a la libertad y la aventura. Por eso cuando preparamos el equipaje no solo estamos guardando lo que vamos a necesitar; también le abrimos la jaula al niño que llevamos dentro para convertirnos en nuestros propios héroes, al menos por unos días. Luego volverán la rutina y los problemas cotidianos, hasta que de nuevo sintamos la ansiada llamada de la mochila al año siguiente.
Hoy es un día especial: estoy haciendo mi mochila. Parecía que nunca iba a llegar, pero al fin nos vamos de viaje después de un año de larga espera. Encima de la cama he puesto toda la ropa y las cosas que voy a necesitar: botas, calcetines, forros, algunas medicinas (la edad ya no perdona),..., no me dejo nada atrás. La guía de pájaros no puede faltar y mucho menos los prismáticos.
Pero al cabo de unos minutos surgen la grandes preguntas ¿Cabrá todo dentro? ¿Esto puedo facturarlo o es mejor que lo lleve en la bolsa de mano? ¿Pesará demasiado y podré moverme con todo esto encima? … preguntas que al final se convierten en las mismas respuestas de siempre: ufff, creo que voy a tener que dejar algunas cosas aquí, ¡¡no podré llevármelo todo!! Qué dejar en tierra es la primera decisión que determinará el sentido del viaje y sus posibles frustraciones.
La ilusión desatada hace que aumente la lista del material que queremos llevar con nosotros, sencillamente porque depositamos muchas esperanzas y esto es de lo que en definitiva se trata cualquier viaje: de expectativas a priori, aunque es también aquí donde nacen la mayor parte de las decepciones de las que hablábamos antes. Como diría mi amigo, el genio pintor de fauna Pablo Pereira: me juego la mano derecha que es con la que pinto, a que estas comeduras de cabeza también te han pasado a ti y no una, sino mil veces.
Siempre hay gente que no se complica la vida y viaja simplemente con una pequeña cámara digital o hace fotos con el teléfono móvil para testimoniar momentos especiales (con calidad muy razonable por cierto). Son sabios y desde luego nadie como ellos para exprimirle a cada viaje hasta la última gota. Nuestro amigo Javier "El Reverendo" es el mejor ejemplo. Pero luego estamos los que entramos en la categoría de “pero mira que eres ansias” y nos gustan las cosas a lo grande. Para una buena parte de los viajeros de naturaleza, si hay una faceta de los viajes donde este tipo de disyuntivas se revela con toda crueldad, esta es la fotografía y aquí se abre el Gran Dilema: priorizar hacer fotografías de calidad o por el contrario, primar la facilidad de movimiento en pro de un viaje más dinámico. En otras palabras, primar traer recuerdos en la cabeza, o hacerlo en soporte fotográfico. Las dos son excelentes opciones, aunque decantarse por una u otra se puede convertir en una auténtica tortura para muchos de nosotros.
La pésima noticia es que ambas cosas son incompatibles. Los buenos fotógrafos no "viajan", simplemente se desplazan hasta lugares concretos con la finalidad de hacer fotografías y al revés, los buenos viajeros no suelen hacer “buenas” fotos. ¡Ojo! esto no significa que un buen fotógrafo no disfrute sus salidas, muy al contrario, ni que un consumado viajero no pueda obtener algunas instantáneas estremecedoras. Se trata de conceptos y objetivos diferentes. El tipo de fotografía que uno u otro puedan realizar es completamente distinto.
Para ilustrar esto hemos logrado infiltrarnos en el domicilio de Daniel Burón, uno de los mejores fotógrafos de naturaleza (www.danielburon.net), y conocer de cerca el equipo que se lleva de viaje; esto es como el making-of de un safari fotográfico, pero de los de verdad. Compararemos el material fotográfico en la maleta de Dani, con el de otros dos viajeros empedernidos: uno es el autor de este blog, aficionado avanzado a la fotografía y el otro es "El Reverendo", tal vez el mejor viajero que conozco y el que saca más jugo a sus viajes, pero por contra no cuida demasiado la faceta fotográfica. Mira las tres imágenes inferiores, que muestran respectivamente el material básico convencional (Reverendo), aficionado avanzado (mio) y profesional (Dani) y trata de encontrar las posibles diferencias.
Las diferencias en el equipo que cada uno lleva son abrumadoras ¿verdad? Dani no duda: se lo lleva todo; bueno, casi todo, como luego veremos. Aunque Dani, "El Reverendo" y yo viajemos juntos al mismo lugar, durante el mismo período de tiempo y los tres vayamos a disfrutar de la misma naturaleza, es fácil comprender cómo y por qué las fotos que nos traemos a casa son bien diferentes. Al final siempre acabamos riéndonos de las fotos del "Reverendo" (somos muy crueles con el poble) y honestamente a mi me da vergüenza enseñar las mías fuera de mi círculo más íntimo, cuyo valor es meramente ilustrar un diario de viaje. Sin embargo las de Dani son otra historia, porque son arte modelado con luz y color.
Generalmente los fotógrafos no coleccionan emociones que vayan más allá de lo que ven a través del visor de su lente; tal vez no sean capaces de describir con palabras lo que ven, pero tampoco lo necesitan, porque se comunican con nosotros a través unas imágenes mágicas, aunque para ello hayan tenido que sacrificar la libertad de movimiento y todo lo que eso implica en un viaje.
La fotografía tiene algunos componentes de espontaneidad y azar importantes, que el fotógrafo no puede controlar y que llegan a convertirse en pesadillas que les quitan el sueño. Por el contrario, hay otros parámetros que sí pueden predecir: la luz, orientación, comportamiento de los animales donde acuden regularmente, todo ello combinado con un profundo conocimiento de la tecnología que emplean, de la fauna que fotografían y de la luz que les envuelve. Estás variables son las que el buen fotógrafo de naturaleza sabe aprovechar al máximo, sacando el mayor partido posible para obtener resultados que parecen de otro mundo. A veces para conseguirlo tienen que esconderse durante horas muertas en el interior de un escondite o hide; esperando para obtener un único “click” en el preciso instante en que la luz es la exacta sobre la escena deseada, dando lugar a una alquimia maravillosa, al conjuro perfecto, o a lo que ellos mismos denominan en su propio argot “un fotón”.
Una buena fotografía previamente nace en la mente del fotógrafo; la sueñan y la imaginan una y mil veces en su cabeza hasta obsesionarse con ella y una vez que saben lo que quieren, piensan cómo lograrla. No descansarán en el empeño, aunque ello suponga semanas de trabajo y poner el mundo entero patas arriba. En ese mismo tiempo un viajero como "El Reverendo" ha recorrido un buen trecho y ha presenciado decenas de experiencias inolvidables que ya están grabadas en su cerebro y que más dificilmente el fotógrafo llegará a experimentar.
Ahora que ya sabemos esto, debemos reconsiderar por unos instantes qué es lo que le pedimos a las fotos de nuestros viajes. En sucesivos posts del blog iremos profundizando en equipos y técnicas, siempre a un nivel básico como nos estáis pidiendo.
Como ya habrás comprobado, las imágenes que os mostramos habitualmente en el blog "Viajando a Ver Bichos" no son fotones, ni tampoco el autor es un fotógrafo. Para ello os recomendamos que visitéis las galerías de artistas consagrados como el mismo Dani o Antonio Atienza (http://antonioatienzafuerte.com/), quienes nos traen a golpe de click la manera en que ellos perciben lo que pasa ahí fuera. Ambos son maestros de la fotografía, pero antes que eso, ambos aman apasionadamente el mundo salvaje y así nos lo transmiten a través de sus imágenes.
Las fotos de este blog son siempre espontáneas y captadas sobre la marcha, sin más planificación que los caprichos que el azar quiera poner en nuestro camino. Son necesariamente fotos imperfectas y bastante alejadas de los “fotones”, porque reflejan “los problemas del directo”. Por eso no debemos dejar que la frustración por la calidad de nuestras fotos empañe los recuerdos de un viaje. Es muy probable que no respondan a lo que esperábamos en un principio, pero son nuestras fotos y nuestros recuerdos y eso las convierte en perfectas. Ya sean unas auténticas cagarras digitales como las de "El Reverendo" o genialidades como las de Dani, nuestras fotos representan momentos irrepetibles o incluso lugares que han dejado de existir; representan instantes muy especiales que hemos compartido con la gente que queremos y que nunca volverán y experiencias que guardaremos en el corazón, porque probablemente habrán sido los mejores momentos de nuetras vidas. Cada foto lleva detrás un sentimiento y una enorme carga de ilusión, que es lo verdaderamente importante.
De cualquiera de las maneras, lo cierto es que no todo el mundo puede hacer buenas fotos. Yo lo he intentado con insistencia durante años, hasta que por fin me he rendido a la evidencia. La fotografía requiere un nivel de conocimientos y una sensibilidad que no está al alcance de cualquiera porque, no en vano, la fotografía es un arte.
Pero no olvides que viajar, sencillamente viajar y disfrutar cada minuto como si fuera el último, dejándose llevar por el viento, también lo es.
P.D. Respuestas a las preguntas: ¿Qué es lo que falta en la foto?, ¡¡los prismáticos claro!! Los fotógrafos no suelen llevarlos.
¿Qué es lo que te llama la atención que aparece en el equipo? Muy fácil, el trípode. Si llevas un trípode en tus viajes, entonces eres claramente una víctima del embrujo de la fotografía. Solo la gente que hace fotos en serio, se toma la enorme molestia de llevarlo.
lunes, 5 de septiembre de 2016
Fotografía Vs Viajes de Naturaleza: Juntos pero no revueltos
Etiquetas:
Fotografía
,
personas extraordinarias
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
Eres el puto amo bloguero bichero! Sin duda un gran artículo, y como siempre, desenmascarando el lado más humano de los viajes, eso que tanto nos gusta.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.